Trilogía: actos de resistencia contra la muerte

Y los peces salieron a combatir contra los hombres / Y como no se pudrió… Blancanieves / El año de Ricardo

Angélica Liddell

Artezblai
Bilbao, 2009
Precio: $ 66,50

 

La trilogía incluye una obra de 2003 y dos de 2005

 

Angélica Liddell en ocio (foto: Paco Gómez)

La catalana Angélica Liddell (Girona, 1966), es directora teatral (dirige la compañía Atra Bilis Teatro desde 1993), actriz, dramaturga, poeta. Y es, incomprensiblemente, casi desconocida en Buenos Aires, ciudad cosmopolita tan apasionada siempre del teatro y la dramaturgia. Y decimos incomprensiblemente porque estamos convencidos de que los textos y las puestas de Angélica Liddell pueden darnos vuelta la cabeza y el corazón en varios ida y vueltas, como si de una media agujereada y sudorosa se tratara. La potencia y radicalidad de sus palabras seduce con los primeros zarpazos, con la primera imagen. Para nada complaciente. A puro ovario poético, sacado, desaforado, feroz y hermoso.

Angélica Liddell en el trabajo (foto: Paco Gómez)

Artezblai, una excelente editorial de teatro, productores asimismo de la revista de artes escénicas Artez con domicilio en Bilbao (País vasco, España) ha publicado 3 libros de teatro de Liddell que afortunadamente hemos logrado traer a Buenos Aires.

Por eso recomendamos ingresar al mundo dramático Liddell, confiando y soñando que también pueda apasionarse alguien con la capacidad de traer alguna vez a Buenos Aires a la compañía Atra Bilis Teatro. Que se regocijen.

lópez

La Trilogía incluye las obras: Y los peces salieron a combatir contra los hombres (2003), Y como no se pudrió… Blancanieves (2005) y El año de Ricardo (2005).

 

Imagen de la puesta de Perro muerto en tintorería: los fuertes

Acá les presentamos una muestra su potencia poética, un fragmento del comienzo de Y los peces salieron a combatir contra los hombres:

PRIMERA PARTE

Hay un hombre blanco maquillado de negro.

LA PUTA.- (Vestida con la bandera de España.)

Monólogo necesario..., Artezblai, $66,50.

¡Qué grande es la bandera de este barco, señor Puta!
¿Usted conoce todas las banderas, verdad señor Puta?
Los hombres importantes conocen todas las banderas.
Y qué grande es la bandera de este barco.
Qué grande, señor Puta, qué grande es la bandera de este
barco.
A mí también me regalaron una bandera.
¿Se acuerda, señor Puta?
Miss patriotismo infantil, señor Puta, a los ocho años.
Di dos vueltas al parque rodeada de banderas,
apenas se me veía la cabeza entre tanta bandera,
y todos los albañiles me aplaudían,
y todos llevaban los cascos relucientes,
y todos eran blancos.
Todos, todos los albañiles eran blancos.
¿Se acuerda, señor Puta?
Y después rezamos en la iglesia,
y la iglesia también estaba llena de banderas,
y usted me sentó sobre sus rodillas,
y me sacudió el confeti de las nalgas.
¿Se acuerda, señor Puta?

Belgrado, Artezblai, $66,50.

¿Quién ha dicho que la religión ha muerto, señor Puta?
Su boda fue preciosa,
y aquel jardincito alemán,
y aquel cura tan pálido.
¿Se acuerda, señor Puta?
No se preocupe por el negro, señor Puta,
los caníbales no devoran a los caníbales,
así que no se ponga nervioso, señor Puta,
usted no puede ser devorado.
Pero le conviene veranear en la montaña, señor Puta,
la playa no es lo que era, señor Puta,
ya sé que usted quiere estar cerca del Presidente,
cerca de las hijas del Presidente,
son guapas las hijas del Presidente.
Pero le conviene veranear en la montaña.
La playa no, señor Puta, la playa no.
Usted se dedica a la belleza, señor Puta.
Usted se dedica a la justicia, señor Puta.
Usted se dedica a la riqueza, señor Puta
Usted es tan sensible, señor Puta.
El verano pasado, por ejemplo, señor Puta,
nació un niño a nuestros pies.
Mientras tomábamos el sol nació un niño a nuestros pies.
No la vimos llegar, señor Puta, no la vimos llegar.
Se lo aseguro, señor Puta, a la mujer no la vimos llegar.
La vimos cuando se arrastraba por la arena,
y la arena estaba ardiendo,
pero ella arrastraba y arrastraba su barriga como si le diera
igual el calor.

La desobediencia..., Aflera, $37.

Al principio pensamos en una lombriz,
una lombriz enorme y negra,
una lombriz enferma,
una lombriz que venía del mar.
No pensamos que una mujer pudiera arrastrarse de aquella
manera.
Lo más lógico era pensar en una lombriz.
Nos confundimos, señor Puta.
Nos asustamos, señor Puta.
Es normal confundirse, es normal asustarse, ¿verdad señor
Puta?
Tomábamos el sol,
hacía mucho calor,
sudábamos,
no podíamos ver con claridad.
Parecía un reptil enorme y espantoso
y a veces se movía como por espasmos
y soltaba espuma y algas por la boca.
Nos confundimos y nos asustamos, señor Puta.
Esa es la verdad
Parecía un reptil.
Pero no acabamos de frotarnos los ojos
cuando aquella mujer que se arrastraba como un reptil
expulsó un bebé.
Un bebé, señor Puta, un bebé.
Estábamos allí, sentados, mirando, mirándolo todo.
Se lo aseguro, señor Puta, no nos movimos de nuestras
tumbonas,
así que lo pudimos ver todo muy bien.
Aquella lombriz espasmódica expulsó un bebé
y siguió arrastrándose por la arena
y arrastrando al bebé junto a ella
entre las piernas,
como si el cordón umbilical fuera la correa de un caniche.
Expulsó al bebé mientras se arrastraba, ¿entiende, señor
Puta?
En ningún momento dejó de arrastrarse.
Expulso al bebé,
el bebé cayó a la arena
y la mujer no dejó de arrastrarse.
Lo llevaba como un colgajo entre las piernas,
dejó la arena llena de sangre.
Parecía no darse cuenta de que había parido, señor Puta.
Nosotros, que estábamos en las tumbonas, nos dimos
cuenta de todo,
y ella parecía no darse cuenta de nada, señor Puta.
Arrastraba y arrastraba al bebé como si fuera un colgajo.
El bebé ya estaba rebozado en arena,

Perro muerto..., Centro Dramático Nacional (España), $85.

con la boca y los ojos taponados de arena.
Alguien debió llamar a alguien.
No lo sé.
Nosotros estábamos en las tumbonas.
No nos movimos de allí.
Lo vimos todo.
Y cuando separaron al bebé de su madre,
la madre ya estaba muerta.
(…)