Previo a su próxima excursión sonora por las tierras andinas, el Tata sacudió sus cuerdas vocales y guitarreras entre libros y sobre el suelo de su amado Boedo. Vino acompañado de Miguel López en bandoneón.

Estuvo hermoso, un pequeño show íntimo, casi de cámara, donde ambos músicos sonaron dulce y enérgicamente. Después brindamos con moscato y fainá, y nos reímos mucho. ¡Un gran final para nuestro festejo escaldado de casi dos años…!