Poemas para no ir a trabajar es el flamante embarque poético de Fernando Aíta, recientemente editado por La Libre (con un amoroso laburo de Damián Cabeza Porley), y que lo afianza como una de las voces más interesantes de la literatura vernácula porteña y conurbanísitica. Una poesía de tono plano y contundente, tan coloquial como galáctica, juguetona de discursos y modismos, con un individuo lírico que siempre apela a un colectivo, y que puede volverse profundamente política y argumental. Porque bucear entre las excusas que permitirían no ir a trabajar es siempre un profundo trabajo discursivo de argumentación y de política. Y para lograr plasmar ese plan en poesía es necesario el ocio. No ir a trabajar para poder escribir, para recuperarse de la jarana, para poder dormir, para poder donar sangre, o soñar, o viajar, o tomar imágenes. No ir a trabajar para poder desviarse, para cambiar el modo de vida y pasar a ser, al fin, un hombre de acción. Por eso el nuevo poemario de Fer Aíta cabe en el bolsillo y te deja las manos libres.

Excusas

Amor… amor… abrí los ojos.

Sí, ya salió el sol, y sí, no fui.

Tengo un plan, tranca.

Me tenés que ayudar.

Llamá al trabajo y pedí por mí.

Decí que no me sentiste volver

ni salir y estás preocupada, muy:

que por favor me comunique urgente.

Yo duermo una horita más,

me ducho, hago un mate, y llamo.

De noche quedé pensando, y busqué:

«Excusas para faltar». Encontré buenas.

Páginas y páginas de todo el globo

en muchos idiomas, generosas

de saber, ingenio, solidaridad.

Todo lo que pueden miles de almas

mancomunadas y la imaginación libre:

legalistas y abducidos,

místicos y mañosos,

chantas y chantajistas,

exagerados y parcos.

Da para un libro.

Da para que vos

tampoco vayas.

*   *  *  *

Libros novedades, libros extrañezas, libros de luminosa potencia, libros de huidizas asociaciones, libros de un eterno instante de lectura, libros estrellas, que resaltan momentáneamente del universo escaldado físico y se muestran en fugacidad virtual, destacándose, emergiendo, brotando, desparramándose.

Eso es una saliente escaldada.